Amalfi y Ravello. Laberintos y música en verde y azul.
- Concha Estremera Sáez
- 28 jun 2017
- 3 Min. de lectura
Amalfi
A 16 kilómetros de Positano (que se tardan 3/4 de hora en recorrer), se encuentra Amalfi, el pueblo que da nombre a la costa y uno de los más bellos de la zona. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, su puerto tuvo gran trascendencia entre los siglos IX y XIV, pero en 1343, un tsunami hizo desaparecer gran parte de su territorio, acabando definitivamente con su relevancia en el Mediterráneo.
Aunque parte de sus edificaciones están construidas en los acantilados, recorrer el centro de Amalfi es mucho más sencillo que visitar Positano. También hay escaleras y cuestas, pero en mucha menor proporción.

El edificio más imponente de Amalfi se encuentra en la Piazza Duomo y es la catedral. Está compuesta por dos basílicas. La primera es la Basílica de la Santa Cruz y fue construida en el año 833. Junto a ella, en el año 987, se construyó la Basílica de San Andrés. La fachada original sufrió graves daños y en 1891 fue sustituida por la actual, de estilo neogótico. Merece la pena visitar también el Claustro del Paraíso, del siglo XIII. Este conjunto monumental impresiona cuando se observa desde la plaza, ante la enorme escalinata.
Por lo demás, perderse entre sus callejuelas y sus callejones, subir las pequeñas escaleras que surgen en cualquier esquina para descubrir rincones, pasadizos... Amalfi es un laberinto lleno de plazuelas y escondites. Un buen lugar para empezar es cogiendo la Via Lorenzo D'Amalfi, que comienza en Piazza Duomo. Está llena de tiendas de regalos, de ropa, de comida y por supuesto, de sitios para tomar algo.
Desde allí podéis explorar los alrededores y encontraréis, por ejemplo, la pequeña plazuela de Largo Santa Maria Maggiore, que posee dos iglesias. Un sitio perfecto para hacer un alto en el camino en la terraza de la Taverna Buonvicino, y tomarse un vinito con queso, tal como hicimos nosotros. El restaurante tiene muy buena fama, aunque no es de los baratos.
Al igual que Positano, tiene un pequeño puerto y una playa, de la cual se reserva una parte de acceso gratuito. Ya sabéis, son de arena gruesa y piedrecitas.
Ravello
A siete kilómetros de Amalfi, acantilado arriba, se encuentra esta bellísima localidad, un verdadero balcón al Mediterráneo, a 350 metros sobre el nivel del mar. Prácticamente, lo primero que nos encontramos al llegar al casco antiguo, es la Piazza Vescovado, donde se encuentra la pequeña catedral de San Pantaleón. Ha sufrido muchas modificaciones, pero originalmente fue edificada en el siglo XI. Su torre, que es del siglo XIII, mezcla el arte árabe y el bizantino.

Junto a esta plaza se encuentra Villa Rufolo, una mansión del siglo XIII, de estilo árabe y con frondosos jardines y vistas espectaculares. Parte de la historia de esta villa fue contada por Boccaccio en el Decamerón, pues uno de sus habitantes, Landolfo Rufolo, es el protagonista de la novela cuarta de la segunda jornada del libro. Pero Boccaccio no fue el único genio que quedó prendado de este lugar. Wagner se enamoró de la villa en 1880 y en ella se inspiró para acabar su ópera Parsifal. Puede visitarse en verano de 9:00 a 20:00 y en invierno de 9:00 a 17:00. La entrada cuesta 5€.
Precisamente gracias a lo que Wagner supuso para Ravello, esta pequeña localidad es mundialmente conocida por su importantísimo festival de jazz y música clásica, que atrae cada verano a cientos de afortunados melómanos que, bien sobre la impresionante terraza de Villa Rufolo, al aire libre, bien en el moderno Auditorio Oscar Niemeyer, pueden disfrutar de genios de la música como Philip Glass, Burt Bacharach, Ute Lemper, Joan Manuel Serrat, o como pudimos hacer nosotros en un fabuloso concierto que ofrecieron Chick Corea y Stanley Clarke el verano de 2014.
En cuestiones de comer, no es nada difícil encontrar un montón de restaurantes panorámicos. Nosotros elegimos la terraza del lujoso Hotel Villa Maria, donde aparte de un restaurante formal, tienen también menús más asequibles y con vistas.
En definitiva, Ravello, como toda la costa, es también para caminar y explorar, pero seguramente ofrezca los paisajes más impresionantes de la zona, así que preparad la cámara y contened la respiración.
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